De la Dehesa al Olivar
A su paso por estos caminos el visitante puede adentrarse casi sin darse cuenta en paisajes diversos. Pero si la dehesa tiene un compañero a su altura éste es, sin duda, el Olivar de la Sierra.
Desde los puntos más altos de Sierra Morena se puede contemplar un espectáculo natural de singular belleza, un paisaje tan imponente como complicado, ante el que es imposible no detenerse.


La Sierra sin más, como se suele llamar aquí, marcada con sus sonidos y aromas, que indican que debemos estar muy lejos de cualquier parte. Armonía de colores y formas que ofrecen una estampa diferente en cada estación del año. Montañas onduladas surcadas por líneas de olivos que parecen no acabar nunca, salpicadas de cortijos blancos, en horizontes infinitos.
Terreno puro y salvaje al que ha dado forma la gente de Los Pedroches. Barrancos de vértigo, arroyos y ríos que atraviesan el territorio regalándonos la riqueza del bosque en galería,...
El olivar, que hoy sigue produciendo uno de los mejores aceites ecológicos del mundo, nos trae ecos de otro tiempo. En el periodo comprendido entre la mitad del siglo XIX y finales de los años 50, la sierra llegó a ser un importante núcleo social y cultural. Familias completas trabajan y vivían en ella, prueba de ello es el número de molinas que estaban en funcionamiento en la época. En torno a éstas se levantaron viviendas, capillas, fraguas o escuelas, formando auténticos complejos.


Tiempos de desarrollo industrial, de trabajo duro y sufrimiento, de jotas y juegos, de vivencias y leyendas. Tiempos que ya pasaron, y que son parte de la historia de Los Pedroches.
De la Dehesa al Olivar
A su paso por estos caminos el visitante puede adentrarse casi sin darse cuenta en paisajes diversos. Pero si la dehesa tiene un compañero a su altura éste es, sin duda, el Olivar de la Sierra.
Desde los puntos más altos de Sierra Morena se puede contemplar un espectáculo natural de singular belleza, un paisaje tan imponente como complicado, ante el que es imposible no detenerse.


La Sierra sin más, como se suele llamar aquí, marcada con sus sonidos y aromas, que indican que debemos estar muy lejos de cualquier parte. Armonía de colores y formas que ofrecen una estampa diferente en cada estación del año. Montañas onduladas surcadas por líneas de olivos que parecen no acabar nunca, salpicadas de cortijos blancos, en horizontes infinitos.
Terreno puro y salvaje al que ha dado forma la gente de Los Pedroches. Barrancos de vértigo, arroyos y ríos que atraviesan el territorio regalándonos la riqueza del bosque en galería,...
El olivar, que hoy sigue produciendo uno de los mejores aceites ecológicos del mundo, nos trae ecos de otro tiempo. En el periodo comprendido entre la mitad del siglo XIX y finales de los años 50, la sierra llegó a ser un importante núcleo social y cultural. Familias completas trabajan y vivían en ella, prueba de ello es el número de molinas que estaban en funcionamiento en la época. En torno a éstas se levantaron viviendas, capillas, fraguas o escuelas, formando auténticos complejos.


Tiempos de desarrollo industrial, de trabajo duro y sufrimiento, de jotas y juegos, de vivencias y leyendas. Tiempos que ya pasaron, y que son parte de la historia de Los Pedroches.